Evita decirle esto a tu hijo adolescente
La adolescencia es una etapa llena de cambios, todos hemos pasado por ahí o estamos pasando y como padres puede ser estresante sentir que no te puedes conectar con tus hijos adolescentes pues desgraciadamente nadie nace sabiendo cómo educar correctamente a un hijo, y todos procuramos hacerlo lo mejor posible en cada etapa de su vida.
En este blog de La Vida Por Delante, te damos un par de consejos sobre cosas que debes evitar hacer o decirle si eres padre de un adolescente.
“No confío en ti…”
Pasamos la infancia de nuestros hijos animandolos a tomar sus propias decisiones y confiando plenamente en ellos. Como padres, esta etapa completamente nueva para nosotros puede llegar a desbordarnos: salidas con amigos, relaciones amorosas, el alcohol y las drogas, el acceso a internet, etc; ahora, más que nunca, nuestros hijos necesitan saber que confiamos y creemos en ellos, y que nuestra relación continúa basándose en la sinceridad mutua.
“Dónde estás?, Con quién estás?, Qué haces?…”
Alcanzar la independencia es una de las principales metas del adolescente. Quiere tomar sus propias decisiones y actuar en consecuencia y, por ello, comienza a alejarse de sus figuras de referencia: sus padres. Para los padres puede suponer un duro golpe, pues aquel niño que se abalanzaba a nuestros brazos hace tan solo unos años, de pronto parece haberse convertido en una persona distante. Es importante tener muy presente que nuestro hijo nos sigue necesitando aunque no nos lo diga, simplemente permaneciendo a su lado, ayudándoles cuando lo necesiten, aconsejandoles cuando nos lo pidan, y evitando caer en juicios, reproches y sermones cuando se equivoquen.
“Lo estas haciendo mal otra vez… y otra vez…”
Si fomentamos la independencia de nuestros hijos y la toma de sus propias decisiones, también hemos de estar preparados para los errores que puedan cometer, porque los cometerán, al igual que los cometemos los adultos, y nadie se merece que le marquen sus fallas. Aunque como padres nos duela que nuestros hijos se equivoquen pudiendo evitarlo, es importante que dejemos que sean ellos quien dirijan su vida y tomen sus propias decisiones, aunque marcando bien los límites, pues aún no son adultos y necesitan de nuestra ayuda. No olvidemos que los errores son oportunidades de aprendizaje y que al igual que les animamos cuando eran pequeños, ahora también debemos hacerlo, desde el respeto, el amor y la calma; dejando a un lado nuestro tono acusatorio y disponiéndose a escucharlos sin juicios.
“Yo a tu edad…”
Vivimos en una sociedad cargada de ideales de belleza y éxito que marcan nuestra autopercepción desde la infancia. No olvidemos nunca que nuestros adolescentes necesitan encontrar su propio camino, su sentido de la vida y su propia identidad, y difícilmente lo conseguirán con la autoestima mermada por culpa de las comparaciones y las etiquetas. Las comparaciones son odiosas y durante la adolescencia lo son mucho más.
“Así pareces….”
Las etiquetas y prejuicios que pesan sobre los adolescentes y jóvenes son extensas, y nadie merece ser etiquetado de esa forma. Las etiquetas son dañinas, bajan la autoestima del adolescente y le obligan a actuar en base a ese calificativo o a lo que los demás esperan de él. Por eso, cuando hablamos de adolescencia es importante no generalizar ni pensar que todos son iguales, porque como en cualquier etapa de la vida, cada persona es única y se merece todo el respeto y la confianza posibles.
“¿Eso te gusta?… ¿Eso es música?… ¿Así se visten ahora?…”
La adolescencia es una etapa experimental en la que los jóvenes van definiendo sus gustos: por la moda, por la música, por sus aficiones…, por lo que es normal que de la noche a la mañana nos sorprendan con ciertas preferencias que nunca antes habían mostrado. Es posible que esos nuevos gustos o intereses nos parezcan ridículos, pero eso no nos da derecho a burlarse o reírse de ellos.
“¿Qué tienes?… ¿Cómo no vas a saber?…”
Esta es una etapa llena de grandes cambios físicos y psicológicos. Los adolescentes están descubriéndose a sí mismos y tratando de comprender por lo que están pasando, esto puede no ser fácil para ellos y si a todos esos cambios externos se suman otros como la presión social o la necesidad de encajar en un grupo de iguales, puede generar una gran desconfianza e inseguridad.
Por eso es tan importante que los padres sean pacientes con ellos, y cultiven ese espacio de confianza, con el fin de que los hijos sepan que pueden contar sus cosas, que se les va a escuchar sin enjuiciar, sin criticar, sin cuestionar, y que siempre estarán ahí.