las mamás que la hacen también de papás

Las mamás que la hacen también de papás

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Las mamás que la hacen también de papás

Soy mamá y papá, ¿cómo saco a mis hijos adelante?

¿Te enfrentas a la vida con un hijo, del que tienes que ser papá y mamá? Ánimo, no eres la primera y seguramente, no serás la última. Es algo que pasa y lo puedes lograr. ¿Por qué te digo que puedes? 

Porque yo lo hice y quiero compartirte mi historia, pues si yo pude, créeme, tú también puedes. Muchas mujeres hemos llegado a cumplir los roles de padre y madre, es decir, somos madres solteras. Es algo que causa angustia y temor, pero lo puedes lograr. Recuerda que somos más fuertes de lo que pensamos. Y sin duda de eso nos vamos dando cuenta durante la marcha.

En los primeros años de tu hijo, él depende completamente de ti, en sentido físico, emocional, mental y hasta espiritual. Sé que se siente mucho miedo, y lo ideal sería hacerlo en pareja, pero a veces, la vida es así y hay que afrontarlo. 

Cuando quedé embarazada, con tan solo 18 años, el hombre con una muy mala excusa huyó de su responsabilidad hacia su hijo. Yo estaba en shock, sentía que el mundo se me venía encima, ¿Qué le diría a mi mamá? ¿Qué haría sola con mi bebé? ¿Cómo lo cuidaría? 

¿Cómo le daría la mejor educación, no solo escolar, sino para la vida? Sí tendría que trabajar para mantenerlo, hacer mi rol de mamá y además hacer el rol de papá, tan necesario para su desarrollo. Hacer un doble esfuerzo para el bienestar de ese niño que necesita tantas cosas. 

El parto, algo tan importante y doloroso, asusta, pero una vez que tienes a tu bebé en brazos, todo lo que pasaste desaparece en un instante; es algo mágico. El dolor y todo lo “malo” se desvanece, como cuando prendes la luz en un cuarto oscuro. 

Tuve afortunadamente la ayuda de mi mamá para cuidarme unos días y luego para cuidarlo a él, para enseñarme a bañarlo y cuidados básicos. Sin ningún apoyo es más difícil, y sin duda, agradezco a mi madre por ayudarme tanto en esa etapa. 

Y a trabajar, mi primer trabajo fue como demostradora en una tienda comercial, ¡imagínate! si ser mamá ya es un trabajo arduo, tener los 2 papeles en la vida de tu hijo, es literal, el doble de responsabilidad y esfuerzo. 

Por otro lado, trabajar desde los 12 años me hizo ser una mujer independiente y valiente, así que, aunque tenía que seguir trabajando, ahora tenía la motivación de darle lo mejor que pudiera a mi hijo en todos los sentidos. 

Hay algo que tienes que saber de mí, desde niña soy y he sido muy empática, así que no quería ni ser como mi mamá, ni ser como mi papá, quería darle a mi niño todo el amor y cariño que yo no tuve, el cuidado y atención que no me dieron a mí. 

No me malentiendas, no juzgo a mis padres, pero si uno puede ser diferente para bien de los niños, mejor. Enseñé a mi hijo con el ejemplo a ser considerado, atento, le decía que lo amaba a diario, pues quería ayudarlo a tener autoestima, como la que yo no tuve. 

Yo quería darle lo mejor que pudiera en sentido material, pero considero más importante formar, nutrir y cuidar su identidad, ayudarlo a construir un buen carácter, él es muy noble y yo quería que creciera emocionalmente y que se sintiera amado. 

¿Sabes? Hay una gran alegría cuando al llegar a casa, después de trabajar, cuando tu hijo corre a recibirte con una sonrisa y los brazos abiertos, con un gran abrazo que te reanima y reconforta, sea lo que sea que estés pasando. 

Ahora me tocaba solo a mi dar a mi hijo consuelo, enseñar, animar, proveer, impulsar, cuidar, proteger, limpiar, cocinar, educar, apoyar, influir, guiar, corregir, ayudar, abrazar, inculcar valores, nutrir su mente y corazón, para que llegara a ser una persona de bien. En fin, cumplir con los roles de papá y mamá. 

Darle un modelo de personalidad, hablar con él y escucharlo, darle una guía para distinguir lo correcto de lo incorrecto y ahora hacer el doble de trabajo para ayudarlo a formar su identidad, aprendiendo yo misma en el camino, pues no sabemos ser madres ¡Imagínate ser madre y padre a la vez! 

En su etapa escolar, le ayudaba a hacer la tarea, pero nunca se la hacía, pues era parte de su formación y esto le hizo entender que tenía que esforzarse por lo que quería. Yo lo animaba y corregía si era necesario, para que puliera actitudes que iban a influir en toda su vida. 

No lo consentía, es decir, no le daba todo lo que quería, porque eso puede resultar en una persona egocéntrica y que no tolera que le digan que no, o no tener algo de inmediato. Créeme, he conocido adultos tiranos que son así, porque sus padres les dieron todo, en fin. No quería que no pudiera tolerar la frustración, sino que entendiera que no todo se puede tener de inmediato. 

Enseñarle empatía, cuidarlo cuando estaba enfermo, estar solo tú cuando está en el hospital, por alguna enfermedad, bronquitis, una cortada que se hizo en un descuido, una pelea en la escuela de pequeño que le costó una descalabrada. 

Afortunadamente para mí, mi hijo era tranquilo y no se rompió ningún hueso o algo así; no era conflictivo y tiene carisma, es muy sociable y muy platicador; eso también me mantenía entretenida, aunque había momentos en que le pedía que dejara de hablar tanto, aunque era una curiosidad que no quería que perdiera. 

Tampoco se enfermaba mucho, tiene muy buenas defensas, creo que en parte porque desde pequeños para explorar el mundo hacen cada cosa, chupan zapatos, prueban tierra, es parte de su aprendizaje y yo no lo perseguí con el “ponte un suéter, no te mojes, te vas a enfermar”; lo dejaba mojarse con la lluvia, pues lo amo y lo cuidaba mucho, pero no en exceso y al parecer, le hizo bien. 

En la adolescencia se quejaba mucho de muchas cosas, ya sabes, es como un caos por las hormonas, a veces ni ellos saben qué onda, pues todo parece tan diferente, en lo general su carácter era muy cariñoso, y a veces, se quejaba de que yo era muy empalagosa, o sea, de que lo besaba y abrazaba mucho. 

No quería ser sobreprotectora, no lo fui, aprendí muchas cosas, lo que yo llamo tips de mamá, quería darle las mejores herramientas para la vida y también, que fuera feliz mientras se desarrollaba, y obviamente, toda su vida. 

No soy perfecta, solo quería que él fuera un hombre diferente, responsable, que aprendiera que hay consecuencias siempre, para bien o para mal, que pudiera elegir de manera más informada que yo y que fuera mejor que yo. 

Ser padre y madre implica muchos desafíos, desvelos, sacrificios, dolor, tristeza, cuidados, pero también te dará gran satisfacción y alegría. ¡Así que, si estas en esta situación, trata de mejorar siempre para darle a tu hijo lo mejor! 

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